Este 22 de diciembre, en el Convento de El Desierto de la Candelaria, han emitido su profesión simple los hermanos religiosos: de origen Guatemalteco Fray Francisco Emilio López Gómez, Fray Luis Simón Son, Fray Dionicio Emmanuel García Cué y Fray Arístides Daniel Vásquez Ortíz. De origen Colombiano Fray José Eliécer Machuca Quintero, Fray Óscar Iván Vélez Giraldo, Fray Hubert Tijo Cárdenas, Fray Michael Duván Chaparro Forero y Fray Alejandro Ramírez Mejía. Oremos al Señor por estos hermanos, para que el Señor les conceda el don de la perseverancia y Nuestra Señora de la Candelaria les ilumine este nuevo camino.
La Sagrada Eucaristía de la Profesiones fue presidida por Mons José Alejandro Castaño, Obispo emérito de Cartago; recibida la profesión por Fray José David Niño Gómez, prior provincial y concelebrada por los religiosos formadores y testigos. Además acompañaron la ceremonia los familiares y religiosos amigos de los nuevos profesos.
Luego de una breve homilía realizada por el Presidente de la Eucaristía, el prior provincial dedicó alguna palabras a los nuevos profesos:
Les exhorta a comprender que “el Señor llama e invita a su seguimiento, pero no ofrece seguridades”, un llamado a dejarlo todo, pues esa persona es digna en cuanto se niega a si mismo por el reino de los cielos. Es allí donde se encuentra de alguna manera los Votos que hoy profesan, sintetizados en la renuncia total desde la promesa de la Castidad, Pobreza y Obediencia. Ahora se renuncia a todo, porque se apuesta a más, pues los consejos evangélicos nos hacen merecedores del reino de los cielos en un mundo que va en contravía de los valores, azotado por los conflictos internacionales, familiares y personales. Al igual que pasó con San Agustín, abrazar y profesar los consejos evangélicos a través de los votos religiosos, denota rechazar la idolatría de todas las criaturas, para hacer visible al verdadero y único Dios Viviente.
Recordó a los neoprofesos que el contenido profético de la vida consagrada, “Es y seguirá siendo una bendición para todos”. Así se fundamenta el ideal de nuestro Padre San Agustín, dejando de lado las ofertas del mundo para vivir en comunidad de hermanos con una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios, para que una vez reunidos en comunidad se enriquezca con el don personal de cada uno, crezca la vida fraterna con las virtudes y talentos que Dios ha depositado en nosotros.