FIESTAS AGUSTINIANA: N.P SAN AGUSTÍN
Las comunidades locales de Bogotá, Colombia, hemos celebrado la Solemnidad de Nuestro Padre San Agustín, acompañados por la familia agustiniana: religiosas MAR, OAR y ARE, Fraternidades seglares, Comunidad de Madres Mónicas y JAR . Caminamos juntos con una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios #OAR #AgustinosRecoletos
La Familia Agustiniana celebra los días 27 y 28 de agosto, las fiestas de Santa Mónica y San Agustín, respectivamente. Ambos santos han suscitado, desde los siglos IV-V d.C., multitud de admiradores. Y, en abundantes ocasiones, también de seguidores, como en el caso de San Agustín, de cuyo pensamiento y espiritualidad han bebido y beben multitud de grupos de religiosos y laicos en todo el mundo.
Además de las comunidades de Bogotá, a lo largo de toda nuestra provincia, cada una de las comunidades locales, ministerios y servicios, colocaron especial fervor a la celebración de la solemnidad de nuestro padre San Agustín. Momentos animados por el encuentro fraterno, jornadas de oración, espacio de catequesis y formación en el carisma agustiniano, entre otros, concluyeron este mes fuertemente llamado agustiniano por excelencia.
#OAR #AgustinosRecoletos
Compartimos a continuación el mensaje de la homilía de nuestro Prior Provincial, Fray José David Niño Gómez.
Un saludo fraterno en Jesucristo Buen Pastor, a todos los presentes y a cuantos nos siguen por el Canal Cristo Visión y las diversas plataformas de redes sociales.
Hoy, La Iglesia, las Ordenes y congregaciones agustinianas, en persona de los superiores generales, provinciales y sus consejos, celebramos la gran Solemnidad de Nuestro Padre san Agustín. Desde la Provincia de la Candelaria en España, Panamá, República Dominicana, Guatemala y Colombia, Saludamos de manera especial a:
- Las Misioneras Agustino Recoletas,
- Agustinas Recoletas de los Enfermos,
- Monjas Agustino Recoletas de vida contemplativa,
- Fraternidades seglares, agustino recoletas,
- Comunidades, coros de madres Mónicas,
- Juventudes Agustino Recoletas,
- Docentes y alumnos de los colegios agustinianos y Uniagustiniana,
- Agentes de pastoral y laicos de nuestras parroquias, santuarios y misiones,
- Fieles y allegados a la familia agustino recoleta,
- Fundación san Ezequiel Moreno
- Personas que ejercen el voluntariado en los diversos organismos de la Orden,
- Benefactores, empleados y personas que oran con nosotros y por nosotros,
- Comunidad parroquial San Nicolás de Tolentino, Familiares y amigos.
La Palabra de Dios en los hechos de los apóstoles, nos describe, el proceder de los primeros cristianos, cómo su conducta, agradaba al Señor, tanto en la oración, la fracción del pan y los bienes que ponían en común; para que nadie pasase necesidad: haciendo que fueran bien vistos por todos. Este texto será oportunamente asumido por San Agustín para afianzar las bases de su ideal monástico.
En la segunda lectura el apóstol Pablo, exhorta a Timoteo y hoy a nosotros, con un vademécum, recetario de recomendaciones: a proclamar la Palabra de Dios en todas las circunstancias, preservando la sana doctrina, y en medio de las adversidades cumplir con la tarea de evangelizador, corriendo hasta la meta, manteniendo la fe; para obtener la corona, la recompensa prometida a quienes realizan su tarea con responsabilidad.
El Evangelio de San Juan (10, 7-18), recién proclamado, es un texto apropiado, quizás el mejor, para comprender la misión De Cristo Puerta del redil y a la vez, Buen Pastor que da la vida por las ovejas, para que estas tengan vida en abundancia. Con Jesús Pastor de pastores, podemos contemplar a San Agustín: Padre de la Iglesia, defensor de la Verdad, doctor de la Gracia; quien, a imitación de Cristo, igualmente estuvo dispuesto a ofrendar su vida por el rebaño a él encomendado.
Cada año, el mes de agosto nos congregamos para celebrar y afianzar el ideal propuesto por Jesús a sus discípulos y seguidores; ideal que san Agustín condenso en la regla o forma de vida para cuantos quisieran tomar parte en el santo propósito de vida fraterna: Teniendo un solo corazón y una sola alma dirigidos hacia Dios.
Desde San Agustín, en más de 1600 años, los dones del Señor se han desbordado en el cúmulo de personas que con Agustín compartieron la vida, y en aquellos que durante 17 siglos comprendieron que vivir conforme a la propuesta del santo, fue y sigue siendo un ideal noble que bendice y agrada al Señor.
Junto a Agustín hallamos a su madre: Santa Mónica, y los santos: Alipio, Posidio, Rita de Casia, Nicolás de Tolentino, Alonso de Orozco, Clara de Montefalco, entre tantos, y una multitud de mártires en Africa y Japón, beatos y siervos de Dios que con la entrega generosa de sus vidas han conformado el cielo agustiniano. Desde allí nos invitan a seguirles en este camino de santificación. Todos ellos son sólo una muestra, entre tantos más que impregnados del carisma de Agustín de Hipona, le apostaron a la santidad como proceso de la gracia divina que dura toda la vida y que se obtiene en la perfección del amor, como obra del Espíritu Santo.
En medio de las inseguridades del mundo, azotado por las diferencias sociales, guerras, conflictos internacionales y locales; las paranoias, que en tan diversas circunstancias nos llevan a encerrarnos, física y emocionalmente. Celebrar a San Agustín este día 28 de agosto, es para todos, un don, regalo y bálsamo reconfortante.
Todos en diversos modos o circunstancias de la vida personal, podemos vernos igualmente reflejados en la vida de Agustín, antes o después de su conversión. Ojalá prime lo segundo. Vidas de convertidos, vidas santas, para agradar al Señor desde cualquier profesión o estado transitorio o permanente de vida.
A San Agustín le conocemos como el hombre inquieto y apasionado, el buscador de la verdad, el amigo fiel e incondicional, el oyente, el estudioso, el interlocutor, maestro de la reflexión y deducción, el convertido, enamorado de la Palabra de Dios; el escritor, predicador… El santo del corazón, el enamorado de la gracia divina, el monje, sacerdote, obispo, padre, doctor y defensor de la Iglesia y mucho más.
Junto con San Pablo, San Agustín es el modelo de convertido y santo de todos los tiempos, él, nos heredó en su doctrina y escritos, cómo agradar a Dios siendo cristianos de verdad. Acerquémonos a él en sus Confesiones, sermones o en los comentarios a los salmos; en la diversidad de sus obras y reflexiones.
En los escritos del Obispo de Hipona seguiremos encontrando, un océano desbordante de motivos y razones para salir al paso en las encrucijadas de la vida, aquellas que tantas veces suscitan en nosotros: lágrimas, agobios, desesperanzas y desmotivaciones.
Para nadie es tarde, la posibilidad de convertirse, aprendámoslo de san Agustín, si todavía nos hallamos sumidos en las luchas interiores que nos arrebatan la paz y el sosiego del alma. Si sentimos que todavía debemos alargar el brazo y extender la mano para abrazarnos a la verdadera y permanente experiencia de la conversión, si todavía nos cuesta avanzar en el camino cuesta arriba, pidamos al Señor que nos tienda su mano, nos reanime y camine con nosotros.
En la senda de la conversión, siempre es necesario avanzar, pues mejor: cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. mantenerse en el camino, no desviarse, pues si corremos fuera de él, mientras más corramos, más nos alejaremos de la meta. La fuerza para combatir el mal y lograr la conversión, hay que pedirla con humildad y de corazón al Señor, con Palabras de san Agustín: Dame señor lo que mandas y manda lo que quieras.
Empeñémonos en este proceso, con avidez, como quien desfallece de hambre, convencidos de que pronto la hallaremos; entonces, podremos exclamar con san Agustín cuando sintió que había hallado la plenitud de la Verdad que tanto deseaba: Tarde te amé, tarde te amé, hermosura siempre antigua y siempre nueva, tarde te amé; yo te buscaba fuera, cuando Tú estabas dentro de mí, tarde te amé.
Celebrar a los santos es una invitación a abrazarse a Dios, en actitud de confianza por medio de la oración. Esto nos enseña Agustín:
- Él nos invita a acudir a buscar al Señor de esta manera:
Busquemos a Aquel en quien encontramos la seguridad de todas las cosas; contemplemos a Aquel en quien todas son ciertas;
Amemos a Aquel en quien tenemos la suprema rectitud.
Cuando buscamos, contemplamos y amamos; y amando nos encaminamos hacia el Dios que nos salva.
Haz Señor que te busquemos siempre, para amarte y contemplarte, para alabarte y adorarte. (ciu. 8,4).
Aunque san Agustín, abrazando el deseo monástico, quiso salvarse en el ejercicio de un oficio humilde, para no caer de un cargo elevado, Después de su conversión y su bautismo, habiendo regresado a África, su tierra natal; fue llamado por la Iglesia a ser presbítero y posteriormente obispo de Hipona, debiendo renunciar a su proyecto personal de vida para servir a la Iglesia de Cristo yendo allí donde esta lo requiera; pues el siervo no debe contrariar a su Señor.
De la misma manera, nosotros en la Iglesia como miembros de Cristo, si tenemos arraigado el amor, ninguna otra cosa sino amor, serán nuestros frutos.
Ama y haz lo que quieras:
si callas, callarás con amor;
si gritas, gritaras con amor;
si corriges, corregirás con amor;
si perdonas, perdonarás con amor.
Cuanto hagas, siempre, hazlo por amor. Pues por el peso de mi amor, soy llevado a donde quiera que voy (Conf. 9).
Para todos, un abrazo sincero y una feliz Solemnidad de san Agustín.
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FIESTAS AGUSTINIANA: SANTA MÓNICA
Al concluir el rezo del ángelus el pasado domingo 27, el Papa Francisco recordó que es el día de Santa Mónica, madre de San Agustín, e hizo este especial pedido a los fieles.
“Hoy se recuerda a Santa Mónica, madre de San Agustín: con sus oraciones y sus lágrimas pedía al Señor la conversión del hijo; ¡mujer fuerte, mujer valiente!”, compartió el Santo Padre ante los fieles reunidos, este mediodía romano, para el rezo mariano en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
“Recemos por tantas mamás que sufren cuando los hijos están un poco perdidos o están en caminos difíciles en la vida”, pidió el Papa.
Cada 27 de agosto, la Iglesia Católica, y de manera especial nuestra familia agustino recoleta, celebra a Santa Mónica, patrona de las esposas. Nació en Tagaste, en la actual Túnez, (África), en el año 331. Se casó, en un matrimonio arreglado, con Patricio, un hombre violento y mujeriego.
Alguna vez le preguntaron por qué su esposo no le pegaba teniendo tan mal genio, a lo que ella respondió: “Es que, cuando mi esposo está malhumorado, yo me esfuerzo por estar de buen humor. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos, y yo no acepto la pelea, pues…. no peleamos”.
Santa Mónica nunca dejó de rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de su esposo, cosa que finalmente logró y Patricio (el papá de San Agustín) se bautizó poco antes de morir.
La santa rezaba también mucho por su hijo, San Agustín –cuya fiesta se celebra el 28 de agosto– y un día intercedió por él ante un obispo quien le respondió esta famosa frase: “Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”.
Querida comunidad, en el marco de esta hermosa celebración, nuestra comunidades en la provincia de la Candelaria vivieron con gran devoción esta festividad, desarrollando diversas actividades precedentes a la celebración eucarística. Caso particular en la Panamá, donde este domingo 27 de agosto, se celebró la 6ta Carrera-Caminata Santa Mónica, en un ambiente familiar, donde se exaltó la importancia de la madre de familia, allí participaron mamás del Colegio San Agustín y la Parroquia San Lucas. Aprovechando esta oportunidad la Comunidad de Madres Mónicas se hizo presente, estuvieron dándoles información e invitándolas a conformar sus coros de oración para velar siempre por sus hijos.
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MENSAJE DEL PRIOR GENERAL PARA LA FIESTA DE SAN AGUSTÍN 2023
San Agustín y las pequeñas cosas
Que el Dios de la esperanza colme nuestros corazones de alegría y paz
Estimados hermanos:
En toda la Orden nos preparamos de una u otra forma para celebrar las grandes fiestas de Santa Mónica, Ntro. Padre San Agustín y Ntra. Sra. de la Consolación e igualmente en algunas latitudes de la geografía recoleta se preparan para iniciar un nuevo curso; un curso que tendrá como lema una de las frases del sermón 69 de Ntro. Padre san Agustín: ¿Aspiras a grandes cosas? Comienza por las más pequeñas.
Me preguntaba si un hombre importante como Agustín en su época tendría tiempo para ocuparse de las cosas pequeñas y de los asuntos menores. Un hombre que estuvo pendiente de defender la sana doctrina y de combatir las herejías, principalmente el donatismo y el pelagianismo; de hacer llegar sus escritos a los Concilios, de los que no participó por sus múltiples ocupaciones pastorales; que escribió tanto y sobre cosas tan importantes y con tanta profundidad, que necesitaríamos dos vidas para leer su inmensa producción literaria; que acompañaba espiritualmente a muchos fieles de forma personal y a través de sus cartas; que resolvía diariamente, a modo de juez, muchos asuntos que se iban presentando en la Iglesia de Hipona; que daba su opinión, viajaba y se involucraba en asuntos de otras iglesias de África; que estaba atento al rumbo que iban tomando los monasterios por él fundados y los inspirados en su forma de vida; que preparaba exhaustivamente sus sermones. ¿Uno de los pocos sabios y santos que ha escrito un tratado sobre el sublime e insondable Misterio de la Santísima Trinidad, podría preocuparse de las cosas pequeñas del día a día? Creo que la respuesta todos la tenemos clara, porque todos hemos leído y escuchado inúmeras veces la Regla de Ntro. Padre y es impresionante percibir cómo Agustín desciende a los menores y mínimos detalles, a las cosas más pequeñas, que tal vez nosotros no tendríamos en cuenta, pero que para él no pasaron desapercibidas porque juzgaba que eran importantes: la comida, el porte exterior, el lavado de las ropas, la lectura en el refectorio, la alimentación de los enfermos, el trato con las mujeres, las miradas, las discusiones y murmuraciones, el baño del cuerpo, la forma de pedir los libros, el calzado y la ropa, etc.
No es difícil descubrir por qué un hombre como Agustín, ocupado en asuntos y tareas tan importantes, se percataba y tenía tiempo para prestar atención también a esas pequeñas cosas. Y es que cuanto más cerca estamos de Dios más atención prestamos a los pequeños detalles, pues casi siempre, es en ellos que Dios se nos revela.
En sus sermones y escritos pastorales, san Agustín enfatiza la necesidad de cultivar virtudes como la paciencia, la compasión y la humildad, que podemos considerar como virtudes domésticas y que nos ayudan a mantener la armonía y el amor tanto en la vida familiar como en la comunidad. Estas virtudes son fundamentales para construir relaciones saludables y duraderas, para superar los desafíos y conflictos que puedan surgir en el ámbito doméstico y además nos ayudan a perseverar en nuestro camino espiritual.
Como decíamos en la circular del 24 de marzo de 2023, Dios es lo suficientemente paciente para aguantar siglos de días pequeños. Su Reino, que un día cubrirá la tierra, no comienza siendo grande. Crece de un hombre anciano y de su esposa estéril (Is 51,2). Crece del más pequeño de todos los pueblos (Dt 7,7). Crece de una semilla de mostaza y un poco de levadura (Mt 13,31- 33). Crece de un embrión en el vientre de una virgen (Is 9,6-7). Crece de doce hombres analfabetos (Hch 1,8). Dios usa cosas pequeñas para hacer grandes cosas.
Jesús, rostro humano del Padre, convocó conmovido a todos sus discípulos que deambulaban por el templo para mostrarles el testimonio de la viuda pobre que acababa de depositar en el cofre todas las moneditas que necesitaba para sobrevivir (Cf. Mc 12, 41-44); y compara el Reino con la semilla de mostaza, la menor de todas (Cf. Mt 13, 31), que se convierte en un árbol en el que vienen a anidar los pájaros; y nos dice que nos hagamos como niños -pequeños- si queremos entrar en el Reino de los cielos (Cf. Mt 18, 3-4).
El evangelio de Jesús contrasta con nuestra sociedad que busca el prestigio, la fama, llamar la atención, tener reconocimiento, brillar, poseer riquezas… Hasta nuestra vida de consagrados se ve afectada y contagiada por los anhelos del mundo y a menudo podemos sentirnos abrumados por los desafíos y las metas que nosotros mismos nos imponemos y queremos alcanzar. El Santo Padre nos alerta del peligro del “carrerismo” en la vida religiosa y sacerdotal. Dice Francisco que el carrerismo es la peste para los sacerdotes y una de las formas más horribles de mundanidad (Audiencia con arzobispos españoles, con ocasión del 125 aniversario de la creación del Pontificio Colegio Español San José de Roma. 1 de abril de 2017). No hemos venido a la vida consagrada ni a la Orden a escalar puestos o a hacer carrera, hemos venido para vivir en santidad de vida en comunidad y llevar a Dios a nuestros hermanos. No está mal tener grandes sueños y aspiraciones en la vida, pero sin olvidar que los sueños se suelen forjar y están hechos de pequeños gestos y detalles, también de esos a los que no damos la menor importancia. De hecho, el Papa Francisco más de una vez nos ha recordado que hay tres palabras que definen a las personas: permiso, gracias y perdón (Papa Francisco a los matrimonios en Cracovia el 29 de julio de 2016). Efectivamente, es en esas pequeñas cosas que nos jugamos el ser o no ser para Dios, porque las pequeñas cosas hechas con amor tienen sabor de eternidad (Santa Teresita del Niño Jesús). Y porque la santidad no depende simplemente de la grandeza de nuestras acciones, sino de la intensidad del amor que acompaña a esas acciones. En palabras de Agustín: pon amor en las cosas que haces y las cosas tendrán sentido, retírales el amor y se volverán vacías (Sermón 138, 2). El secreto para la santidad es hacer las cosas ordinarias de la vida diaria con un amor extraordinario todos los días. ¡Ésa es la clave!
Cuando hacemos las cosas con amor, con entrega y dedicación, sin importar cuán pequeñas puedan parecer, ellas adquieren una dimensión eterna. Un simple gesto de amabilidad hacia una persona necesitada, una palabra de aliento a alguien que está sufriendo, un acto de servicio a aquellos que nos rodean, un vaso de agua al que tiene sed, todos estos actos aparentemente insignificantes pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas y en nuestra propia alma. No nos olvidemos del proverbio atribuido al literato Eduardo Galeano que dice: mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
No nos quedemos esperando la vida entera por grandes acontecimientos u oportunidades que tal vez nunca lleguen. Al contrario, no desperdiciemos nuestro tiempo construyendo castillos en el aire, construyamos sobre las pequeñas cosas de cada día, porque las catedrales se levantan piedra a piedra y los corazones más bellos están formados de pequeñas historias construidas de pequeños detalles.
Por lo tanto, hermanos, no subestimen el poder de las pequeñas cosas cuando las hagan con amor y no olviden que cada día se nos presenta la oportunidad de hacer la diferencia en la vida de alguien, ya sea con una palabra amable, un gesto de ayuda o una sonrisa sincera. No importa cuán insignificante pueda parecer, cada acto de amor tiene un impacto que trasciende el tiempo y el espacio.
En un mundo lleno de prisa y superficialidad, seamos aquellos que marcan la diferencia a través de las pequeñas cosas. Que nuestro amor se expanda y alcance a todos los que nos rodean, iluminando el camino y trayendo un sabor de eternidad a cada encuentro.
Que nuestra Madre y Reina de la Consolación, que estuvo atenta a las necesidades de su prima Isabel, de los novios de Caná y de los discípulos de su Hijo, nos enseñe y ayude a vivir atentos a las necesidades de los que nos rodean y más precisan de nosotros.
Felices fiestas agustinianas.
Que el Señor nos bendiga con su paz.
Madrid, 22 de agosto de 2023
Fiesta de Santa María Reina
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SAN EZEQUIEL MORENO: RETOS Y DESAFÍOS
Con motivo de las celebraciones del mes agustiniano, hemos querido compartir este contenido audiovisual que no muestra algunos datos importantes de la vida de San Ezequiel Moreno, OAR, obispo de Pasto, Santo restaurado de nuestra provincia de la Candelaria, y vicario apostólico de Casanare. este corto video se desarrolló con la ayuda de Fray Richard Ernest Castro Orduz, OAR, párroco de la parroquia San Ezequiel Moreno, en la ciudad Pasto.
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NUEVO PRIOR EN LA LINDA MANIZALES
«pastores con olor a oveja, pastores en medio de su rebaño». Siguiendo lo que pidió Jesús, han de ser «pescadores de hombres»
Papa Francisco
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“Quiero hablarles de un sentimiento muy portugués, la saudade”
Tras el final de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Lisboa 2023, Mons. Américo Aguiar, Presidente de la Fundación JMJ Lisboa 2023, habló a los peregrinos de “un sentimiento muy portugués, la saudade”.
“Queridos peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023 (…)” – así se dirigió Mons. Américo Aguiar a los protagonistas del mayor encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa – “(…) daros las gracias por vuestra presencia, por vuestra participación, por la fiesta que vivisteis en Portugal, en las Diócesis donde estuvisteis, en las familias que os acogieron y en los diversos momentos de nuestra Jornada”, comenzó.
El obispo auxiliar de Lisboa recordó los días del mayor encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa en la capital portuguesa como “días de encuentro con Cristo vivo, de compartir sueños, de voluntad de ayudar a construir la paz tanto en los lugares que habitamos como en todos los territorios del mundo”.
Aunque en un discurso en el que los jóvenes siguen siendo protagonistas, Mons. Américo Aguiar agradeció, una vez más, la presencia del Papa Francisco, “que nos inspira por los mensajes que nos dirige y por los desafíos que nos plantea en cada momento”. “Gracias, Santo Padre, por inspirarnos siempre…”, dijo.
A la manera portuguesa, el Coordinador General dio voz a la saudade, “una palabra muy portuguesa”, que siente por los “buenos momentos, momentos notables” de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023. “Echamos de menos teneros aquí, compartir vuestra alegría, vuestros sueños”, afirmó.
A todos los jóvenes que “sueñan con una Iglesia joven” y que formaron parte de la JMJ que “demostró que los jóvenes son Iglesia”, Mons. Américo Aguiar aseguró: “¡Estamos juntos en este sueño!”
Al final del encuentro, queda la certeza de que “es con este anhelo como construimos el futuro en el que todos somos necesarios”. “Nos vemos pronto”, concluyó.
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NUEVA SUPERIORA GENERAL – MAR
Hermanos. En la noche de hoy fue elegida en XIII capítulo general de las MAR, la Hna. Olga Lucía Perez Rodríguez, como nueva Superiora General.. Oremos las Hermanas Agustinas Recoletas MAR, el Señor les oriente este nuevo período general
Nuestra llamada fue al júbilo, como Moisés habló en el Monte Sinaí, celebrando el jubileo que le mandó el Señor. Así fue nuestra jornada de hoy, terminamos de perfilar las determinaciones que marcarán nuestro camino el próximo sexenio para toda la congregación, Posteriormente leímos algunas propuestas y solicitudes que enviaron al capítulo, al terminar, escuchamos la revisión de los informes de la superiora general y el informe económico, realizado por los equipos nombrados para este fin. Terminada la sesión, la mesa de presidencia nos dio las indicaciones para regresar a la sala capitular después de la cena, para hacer la elección de la nueva superiora general. Según las indicaciones del ritual de la congregación, con una oración al Espíritu Santo, antes de iniciar la elección de la superiora general. El resultado de la votación dio como electa a la hermana Olga Lucía Pérez Rodríguez. Alabado sea Dios por la asistencia de su Santo Espíritu. Gracias a cuantos Oran por nosotras.
NUEVO GOBIERNO
Vivir transfiguradas, inundadas por la nube del Espíritu Santo, somos llamadas a ser testigos de la Transfiguración del Señor y también a mostrar al Cristo doliente en nuestra vida. Esas fueron las palabras que nos dio el P. Javier Jiménez, agustino recoleto. En la mañana de hoy, reunidas en la sala capitular, hemos pedido al Espíritu Santo su luz y guía para la elección de las hermanas consejeras que acompañaran a nuestra hermana superiora general en el gobierno de la Congregación. Así después de las votaciones así quedó formado el nuevo consejo general: Como primera consejera vicaria y secretaria la hermana Rosario Fernández, segunda consejera hna. Marlene Valani, tercera consejera hna. Myrian Neira, cuarta consejera y administradora hna. Ofir Muñoz, quinta consejera hna. Luisa Ortiz. Gracias Señor, por actuar siempre en nuestra Historia. Gracias a todos por sus oraciones y mensajes. Demos siempre a Dios el Honor y la Gloria.
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«JESÚS CAMINA, PERO ESPERA ALGO»
Palabras del Papa Francisco en el Via Crucis con los jóvenes de la JMJ Lisboa 2023
Queridas hermanas y hermanos: ¡buenas tardes!
Ustedes hoy van a caminar con Jesús. Jesús es el Camino y vamos a caminar con Él, porque Él caminó. Cuando estuvo entre nosotros, Jesús caminó. Caminó, curando a los enfermos, atendiendo a los pobres, haciendo justicia, caminó predicando, enseñándonos. Jesús camina, pero el camino que más está grabado en nuestro corazón es el camino del Calvario, el camino de la Cruz. Y hoy ustedes van con la oración, nosotros, yo también, con la oración van a renovar el camino de la Cruz. Y miremos a Jesús que pasa y caminemos con Él.
El camino de Jesús es Dios que sale de sí mismo, sale de sí mismo para caminar entre nosotros. Eso que escuchamos tantas veces en la Misa: «El Verbo se hizo carne y caminó entre nosotros». ¿Se acuerdan? Y el Verbo se hizo hombre y caminó entre nosotros. Y eso lo hace por amor. Y eso lo hace por amor. Y la Cruz que acompaña cada Jornada Mundial de la Juventud es el ícono, es la figura de este camino. La Cruz es el sentido más grande del amor más grande, ese amor con que Jesús quiere abrazar nuestra vida. ¿Nuestra? Sí, pero la tuya, la tuya, la tuya, la de cada uno de nosotros. Jesús camina por mí. Lo tenemos que decir todos. Jesús empieza este camino por mí, para dar su vida por mí. Y nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos, el que da la vida por los demás. No se olviden esto. Nadie tiene más amor que el que da la vida, y esto lo enseñó Jesús. Por eso, cuando miramos al Crucificado, que es tan doloroso, una cosa tan dura, vemos la belleza del amor que da su vida por cada uno de nosotros. Decía una persona muy creyente una frase que a mí me tocó mucho. Decía así: «Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor». Señor, por tu inefable agonía, puedo creer en el amor.
Jesús camina, pero espera algo, espera nuestra compañía, espera que miremos… No sé, espera abrir ventanas de mi alma, de tu alma, del alma de cada uno de nosotros. ¡Qué feas son las almas cerradas, que siembran para adentro, sonríen para adentro! No tienen sentido. Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas.
Yo les hago una pregunta ahora, pero no la contesten en voz alta, cada uno se la contesta a sí mismo: ¿yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros, Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto.
Voy a hacer un poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús por qué llora en la vida, cada uno de nosotros se lo dice ahora, en silencio.
Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación. Y Él espera a empujarnos a abrazar el riesgo de amar. Porque ustedes lo saben, lo saben mejor que yo: amar es riesgoso. Hay que correr el riesgo de amar. Es un riesgo, pero vale la pena correrlo, y Él nos acompaña en esto. Siempre nos acompaña. Siempre camina. Siempre, a lo largo de la vida, está junto a nosotros.
Yo no quisiera abundar más cosas. Hoy vamos a hacer el camino con Él, el camino de su sufrimiento, el camino de nuestras ansiedades, el camino de nuestras soledades.
Ahora, un segundito de silencio, y cada uno de nosotros piense en el propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo, piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír.
Y Jesús camina a la Cruz, muere en la Cruz, para que nuestra alma pueda sonreír. Amén.
Copyright © Dicastero per la Comunicazione – Libreria Editrice Vaticana
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EL SEÑOR LOS LLAMÓ
Palabras del Papa Francisco en la ceremonia de apertura de la JMJ Lisboa 2023
Bem-vindos! Bienvenidos y gracias por estar aquí, ¡me alegra verlos! Me alegra escuchar el simpático alboroto que hacen y poderme contagiar de su alegría. Es hermoso estar juntos en Lisboa; fueron llamados por mí, por el Patriarca —a quien agradezco sus palabras—, por sus obispos, sacerdotes, catequistas animadores. ¡Vamos a agradecerles a todos los que los llamaron y a todos los que trabajaron para posibilitar esta reunión, y lo hacemos con un fuerte aplauso! Pero, sobre todo, es Jesús que los llamó. Agradezcámosle a Jesús con otro fuerte aplauso.
Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no sólo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas. A todos nos llamó desde el comienzo de la vida. Él los llamó por sus nombres. Escuchamos la Palabra de Dios que nos llamó por sus nombres. Intenten imaginar estas palabras escritas en letras grandes; y después piensen que están escritas dentro de cada uno de ustedes, en sus corazones, como formando el título de tu vida, el sentido de lo que sos : has sido llamado por tu nombre: vos, vos, vos, vos, acá, todos nosotros, yo, todos fuimos llamados por nuestro nombre. No fuimos llamados automáticamente, fuimos llamados por el nombre. Pensemos esto: Jesús me llamó por mi nombre. Son palabras escritas en el corazón, y después pensemos que están escritas dentro de cada uno de nosotros, en nuestros corazones, y forman una especie del título de tu vida, el sentido de lo que somos, el sentido de lo que sos. Has sido llamado por tu nombre, has sido llamado por tu nombre, has sido llamado por tu nombre. Ninguno de nosotros es cristiano por casualidad, todos fuimos llamados por nuestro nombre. Al principio de la trama de la vida, antes de los talentos que tenemos, antes de las sombras de las heridas que llevamos dentro, hemos sido llamados. Hemos sido llamados ¿por qué? Porque somos amados. Hemos sido llamados porque somos amados. Es lindo. A los ojos de Dios somos hijos valiosos, que Él llama cada día para abrazar, para animar, para hacer de cada uno de nosotros una obra maestra única, original. Cada uno de nosotros es único y es original y la belleza de todo esto no la podemos vislumbrar.
Queridos jóvenes: en esta Jornada Mundial de la Juventud, ayudémonos a reconocer esta realidad que estos días sean ecos vibrantes de la llamada amorosa de Dios, porque somos valiosos a sus ojos, a pesar de aquello que a veces ven nuestros ojos, a veces nuestros ojos están empañados por la negatividad y deslumbrados por tantas distracciones. Que estos sean días en los que mi nombre, tu nombre, tu nombre, por medio de hermanos y hermanas de tantas lenguas, tantas naciones (veíamos tantas banderas) que pronuncian amistosamente, resuenan como una noticia única en la historia, porque único es el latido de Dios por ti. Que sean días en los que grabemos en el corazón que somos amados como somos. No como quisiéramos ser, como somos ahora. YEste es el punto de partida de la JMJ, pero sobre todo el punto de la partida de la vida. Chicos y chicas, somos amados como somos, sin maquillaje. ¿Entienden esto? Y somos llamados por el nombre de cada uno de nosotros.
Llamado por tu nombre: No es un modo de decir, es Palabra de Dios (cf. Is 43,1; 2 Tm 1,9). Amigo, amiga, si Dios te llama por tu nombre significa que para Dios ninguno de nosotros es un número. Es un rostro, es una cara, es un corazón. Quisiera que cada uno vean una cosa: muchos hoy saben tu nombre, pero no te llaman por tu nombre. De hecho, tu nombre es conocido, aparece en las redes sociales, se elabora por algoritmos que le asocian gritos y preferencias. Pero todo esto no interpela tu unicidad, sino tu utilidad para los estudios de mercado. Cuántos lobos se esconden detrás de sonrisas de falsa bondad, diciendo que saben quién sos, pero que no te quieren; insinúan que creen en ti y prometen que llegarás a ser alguien, para después dejarte solo cuando ya no les interesas más. Y estas son las ilusiones de lo virtual y debemos estar atentos para no dejarnos engañar, porque muchas realidades que hoy nos atraen y prometen felicidad después se muestran por aquello de lo que son: cosas vanas, pompas de jabón, cosas superfluas, cosas que no sirven y que nos dejan vacíos por dentro. Les digo una cosa: Jesús no es así, no es así; Él confía en ti, confía en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros, porque para Jesús cada uno de nosotros le importamos, cada uno de ustedes le importa. Y ese es Jesús.
Y es por eso nosotros, su Iglesia, somos la comunidad de los que son llamados; no somos la comunidad los mejores —no, somos todos pecadores, pero somos llamados así como somos—. Pensemos un poquito esto en el corazón: somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante, con nuestras ganas de ser mejores, con nuestras ganas de triunfar. Somos llamados como somos. Piensen esto: Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre.
Amigos, quisiera ser claro con ustedes, que son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías: en la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia, ninguno sobra. Ninguno está demás. Hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso Jesús lo dice claramente. Cuando manda a los Apóstoles a llamar para el banquete de ese señor que lo había preparado, dice: «Vayan y traigan a todos», jóvenes y viejos, sanos, enfermos, justos y pecadores. ¡Todos, todos, todos! En la Iglesia, hay lugar para todos. «Padre, pero yo soy un desgraciado» … «Soy una desgraciada, ¿hay lugar para mí?» … ¡Hay lugar para todos! Todos juntos, cada uno, en su lengua. Cada uno en su lengua repita conmigo: Todos, todos, todos. No se oye, ¡otra vez! Todos. Todos. Todos. Y esa es la Iglesia, la Madre de todos. Hay lugar para todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos. Es curioso: el Señor no sabe hacer esto (indica con el dedo), sino que hace esto (hace el gesto de abrazar). Nos abraza a todos. Nos muestra a Jesús en la cruz, que tanto abrió sus brazos para ser crucificado y morir por nosotros.
Jesús nunca no cierra la puerta, nunca, sino que te invita a entrar; entrá y ve, Jesús recibe, Jesús acoge En estos días cada uno de nosotros transmite el lenguaje de amor de Jesús. Dios te ama, Dios te llama. ¡Qué lindo es esto! Dios me ama, Dios me llama. Quiere que esté cerca de Él. También ustedes, esta tarde, me hicieron preguntas, muchas preguntas. Nunca se cansen de preguntar. No se cansen de preguntar. Hacer preguntas es bueno; es más, a menudo es mejor que dar respuestas, porque quien pregunta permanece «inquieto» y la inquietud es el mejor remedio para la rutina, a veces una especie de normalidad que anestesia el alma. Cada uno de nosotros tiene sus interrogantes dentro. Llevemos esos interrogantes con nosotros y llevemos en el diálogo común entre nosotros. Llevémoslos cuando rezamos delante de Dios. Esas preguntas que con la vida se van haciendo respuestas, que solamente tenemos que esperarlas. Y una cosa muy interesante: Dios ama por sorpresa. No está programado. El amor de Dios es sorpresa. Es sorpresa. Siempre sorprende. Siempre nos mantiene alertas y nos sorprende.
Queridos chicos y chicas: los invito a pensar esto tan hermoso: que Dios nos ama, Dios nos ama como somos, no como quisiéramos ser o como la sociedad quisiera que seamos. ¡Como somos! Nos llama con los defectos que tenemos, con las limitaciones que tenemos y con las ganas que tenemos de seguir adelante en la vida. Dios nos llama así. Confíen, porque Dios es Padre y es Padre que nos quiere y Padre que nos ama. Esto no es muy fácil. Y para esto tenemos una gran ayuda, la Madre del Señor. Ella es Nuestra Madre también, Ella es Nuestra Madre.
Solamente era esto lo que les quería decir: no tengan miedo, tengan coraje, vayan adelante, sabiendo que estamos «amortizados» por el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama. Digámoslo juntos todos: Dios nos ama. Más fuerte, que no oigo. No se oye acá, eh… Gracias. Adiós.
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