A veces, las cosas grandes suceden sin previo aviso. Así fue el primer encuentro entre el Papa León XIV y los jóvenes peregrinos del Jubileo de la esperanza en Roma. Tras la misa de bienvenida, presidida por Mons. Rino Fisichella, en una Plaza de San Pedro iluminada por la alegría, el Papa apareció, en un paseo con el papamóvil. Sin estridencias, sin anuncio. Solo con la fuerza de su presencia. Y entre quienes estaban allí… los jóvenes de la JAR.
En la vía della Conciliazione, con la cúpula de San Pedro como telón de fondo, y el atardecer de testigo, hablamos con cuatro jóvenes JAR que, aún con el corazón desbordado, nos regalaron sus palabras.
Voces que aún tiemblan de emoción
María, de la JAR México, nos lo cuenta con una sonrisa que no se le borra:
“Fue espectacular. Yo no lo podía creer, estaba a una maceta de distancia. Sentí una conexión divina, como si Dios me estuviera abrazando a través de él.”
Guillermo Ramírez, también de México, casi no encuentra palabras:
“Fue tanta la emoción, la paz, la alegría… que no sé cómo explicarlo. Solo puedo decir que fue un momento que jamás voy a olvidar.”
Desde Panamá, Elian lo recuerda como algo inesperado y profundo:
“Cuando supe que venía el Papa, sentí que el pecho se me iba a explotar. No lo esperaba, y fue como si el cielo tocara la tierra en ese instante.”
Y Liz Ho, también panameña, nos confiesa con voz temblorosa:
“Fue indescriptible. Nos habían dicho que no vendría… y de pronto estaba ahí. No pude hacer otra cosa que quedarme quieta, mirando, con el alma abierta.”
Un grito de esperanza… y de paz
El propio Papa León XIV, al tomar la palabra entre el júbilo de los jóvenes, les dijo con fuerza y ternura:
“¡Vosotros sois la sal de la tierra, luz del mundo! Y hoy sus voces, su entusiasmo, sus gritos, que todos son por Jesucristo, ¡los van a escuchar hasta el fin del mundo! […] El mundo necesita mensajes de esperanza. Ustedes son este mensaje. Tienen que seguir dando esperanza a todos. […] Digamos todos: ¡Queremos la paz en el mundo!”
Con estas palabras, el Papa selló no solo un encuentro, sino una misión. El Jubileo ha comenzado con una promesa y un llamado.
El Papa León XIV ya ha visto a sus jóvenes. Y ellos han sentido que el corazón de la Iglesia sigue latiendo fuerte, con ellos y para ellos.
Y es que este Jubileo no es solo una cita eclesial: es el momento en que una generación conoce al Papa de su juventud. Y eso, lo cambia todo.
Más que un encuentro: una llamada
Este momento ha sido mucho más que ver al Papa. Ha sido sentirse parte de una Iglesia viva, universal, que camina con sus jóvenes. La presencia del Papa León XIV —en su primer encuentro directo con la juventud del mundo— ha encendido una chispa de esperanza en miles de corazones. La JAR estuvo allí, no solo como espectadora, sino como testigo de un momento que invita a responder, a caminar, a anunciar.
El Papa León XIV ya ha visto a sus jóvenes. Y ellos han sentido que el corazón de la Iglesia sigue latiendo fuerte, con ellos y para ellos.
Y es que este Jubileo es mucho más que un encuentro multitudinario: es el momento en que una generación pone rostro al Papa de su juventud. Un rostro que no olvidarán. Un recuerdo que los acompañará para siempre.






























A la derecha de la Virgen aparece San Antonio de Padua. El santo sostiene un libro con la mano izquierda sobre el que está el Niño Jesús, de pie, con un globo terráqueo en las manos; al mismo tiempo, el santo sujeta una hoja de palma con la mano derecha. A la izquierda de la Virgen está el Apóstol San Andrés, leyendo la Sagrada Escritura, mientras soporta la cruz en X, signo del martirio.


Como es tradición, distintas provincias de la Orden organizan campamentos de verano JAR en España. Espacios de convivencia fraterna, formación en valores y encuentro con Cristo, donde los jóvenes participan en:

procedentes de Brasil, Costa Rica, Argentina, Perú, República Dominicana, Venezuela, España, Colombia, Guatemala, México e Italia. Una representación plural y comprometida que evidenció el carácter internacional y fraterno de la red.




Otro momento especialmente significativo fue la institución del Premio Internacional de Voluntariado “Hermana Cleusa”, que busca reconocer el testimonio de quienes encarnan los valores de humildad, comunión y entrega.
Desde Brasil, Fr. Simón Puertas, uno de los impulsores de ARCORES desde sus orígenes, compartió su emoción por lo vivido: “Es una gracia, un don de Dios el poder vernos reunidos, cómo los sueños se van haciendo realidad, cómo vamos dando respuestas más reales desde nuestra realidad carismática… Arcores nació para ser respuesta al Evangelio, en el tema social, y está siendo una realidad importante”. Recordando las palabras del Papa Francisco, añadió:
En este espíritu, la Asamblea incluyó una misa jubilar en el Hospital Infantil de los Camilos, un
La Hna. Olga Lucía Pérez, superiora general de las Misioneras Agustinas Recoletas, también envió un mensaje en el que agradecía la labor de ARCORES y animaba a seguir apostando por “una solidaridad que nace del Evangelio y se convierte en cauce de esperanza para los más pobres y olvidados”.
Con el lema “Inspirar al mundo, impulsados por el amor”, ARCORES continúa su camino como red global que transforma vidas y mueve corazones, convencida de que la esperanza se siembra en comunidad y florece allí donde hay compromiso, fe y justicia.