El pintor y dibujante Santiago Bellido ha terminado una serie de 12 viñetas que retratan momentos poco conocidos y densamente humanos de la biografía de San Ezequiel Moreno.
Todo comenzó hace un par de años, en 2006, cuando se estaba ya celebrando el centenario de la muerte de San Ezequiel Moreno (1948-2006). Los encargados de imaginar posibilidades echaron mano de un dibujante de calidad contrastada e imaginación desbordante.
Santiago Bellido (Valladolid 1970) es antiguo alumno del Colegio San Agustín de Valladolid, y se ha mantenido permanentemente a disposición del Colegio y de los Agustinos Recoletos en general. Buena prueba de ello son las colaboraciones suyas que encontramos en nuestra página web.
En lo profesional, Bellido es arquitecto doctor en arquitectura, con tesis aprobada y publicada en 2005 y profesor de dibujo y geometría en la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Luisiada de Oporto (Portugal). Sin embargo, mantiene viva la vena artística. No ha dejado de cultivar el dibujo y la pintura. Durante años fue caricaturista de la edición del diario ABC para Castilla y León, y cuenta en su haber con varias exposiciones de pintura que han alcanzado algún relieve.
Esta disponibilidad y su afán exploratorio le llevaron a aceptar la propuesta que se le hizo por parte de los Agustinos Recoletos, en el Año Centenario de San Ezequiel. Se quería romper o completar las biografías canónicas del Santo presentando algunos momentos especialmente significativos y humanos que hasta ahora habían pasado sin pena ni gloria. Pablo Panedas, con la colaboración de Javier Legarra, fue el encargado de seleccionar estos momentos, hacer acopio de los necesarios materiales y revisar los bocetos y dibujos.
Las escenas seleccionadas, en una primera fase, han sido doce: las siguientes, que enumeramos por orden cronológico según la vida del Santo.
1ª.— 1859. Ezequiel niño renuncia a la fiesta de su pueblo para velar a un compañero enfermo.
2ª.— 1869. El joven Ezequiel, junto con sus compañeros, embarca para Filipinas.
3ª.— 1870. Llegados a Filipinas tras cuatro meses de navegación, descansan en la hacienda de Imus (Cavite).
4ª.— 1872. Primera misa en lo que será la capital de la isla de Palawan, Puerto Princesa.
5ª.— 1887-88. En tiempos de carestía, siendo él prior de Monteagudo, Ezequiel reparte comida a gran cantidad de pobres.
6ª.— 1888. Él y sus compañeros reciben instrucciones del General padre Gabino Sánchez, cuando están para pasar a restaurar la Orden en Colombia.
7ª.— 1891. Su contacto con los indios de Casanare (Colombia).
8ª.— 1891. Emocionada despedida de sus compañeros misioneros de Casanare.
9ª.— 1894. Entrada accidentada en su diócesis de Casanare.
10ª.— 1896. Ya como obispo de Pasto, da la catequesis a la gente de color de la costa del Pacífico.
11ª.— 1904. Caída de la caballería en Matituy.
12ª.— 1906. Desahuciado, ora en la tribuna de su celda de Monteagudo (Navarra).
Se trata de dibujos realizados a mano, al modo tradicional. Una vez recibidos tanto la idea como los materiales y las indicaciones de tipo histórico, Bellido elaboraba un boceto. Recibida la aprobación de éste, él realizaba el dibujo sobre el tablero, lo escaneaba y finalmente le aplicaba los colores en el ordenador.
A pesar del colorido plano, que puede dar la impresión de que estamos ante un cómic, se trata de una recreación de la realidad. Bellido se ha basado sobre fotografías y documentación ceñida al tema, que da como resultado una ambientación muy realista. Cuando ello ha sido posible, los mismos personajes han sido retratados y son perfectamente reconocibles, como puede comprobarse, por ejemplo, en la viñeta número 8.
Lo que más admira de los dibujos de Bellido es su capacidad para componer las escenas. A algunas de ellas ha conseguido darles una gran viveza, como ocurre en la número 3, de Imus. Otras veces la dificultad estribaba en manejar de modo convincente a un gran número de personajes; tal era el caso de las ilustraciones 5ª y 7ª. Y en ocasiones, incluso, ha tenido que echar mano de recursos técnicos excepcionales, como la perspectiva quizá extrema de la escena de Puerto Princesa y la última, en la tribuna de Monteagudo.
Pocas han sido las concesiones que se ha permitido al simbolismo. Quizá tan sólo dos. En la escena del embarque en el puerto de Cádiz (nº 2), de todos los jóvenes religiosos vestidos de paisano que están para subir al barco, Ezequiel es el único que está de cara al espectador. En fin, el simbolismo incluye un elemento anacrónico en la viñeta 4, de la fundación de Puerto Princesa, en la que se proyecta sobre la escena la sombra de la futura catedral, construida por los Agustinos Recoletos 90 años más tarde.
El trabajo no ha sido poco. Si pueden parecer dibujos sencillos es porque el artista es cualificado. Queda por ver el fruto. Interés y utilidad tendrán para cualquier persona abierta a la acción de Dios en la historia y a los valores humanos y cristianos que encarnan los santos.
San Ezequiel Moreno llega a la ficción de animación con “Memento vivere”
El Colegio San Agustín de Valladolid y la Comisión de Comunicación y Publicaciones materializan el antiguo deseo de acercar a los más jóvenes la vida y personalidad de san Ezequiel Moreno, el santo misionero, formador, obispo y protector de los enfermos de cáncer.
El Colegio San Agustín de Valladolid y la Comisión de Comunicación y Publicaciones de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos acaban de presentar “Memento vivere”, la animación de seis capítulos de menos de cuatro minutos cada uno sobre san Ezequiel Moreno (1848-1906).
Se trataba de un antiguo deseo de los Agustinos Recoletos, que quieren acercar la cultura actual, de consumo habitual de audiovisuales cortos y animaciones, a un personaje del siglo XIX. De la vida de san Ezequiel Moreno se extrajeron las principales notas de su biografía, de su personalidad y de sus acciones para convertirlas en un “motion comic”.
Fue una vida verdaderamente poliédrica: misionero en Filipinas, formador de religiosos en España, restaurador de la vida consagrada agustino-recoleta en Colombia, obispo en ese mismo país sudamericano y enfermo de cáncer en una época en la que el sufrimiento se multiplicaba por la falta de conocimientos, técnicas, profesionales y medicamentos.
Valladolid es el escenario urbano donde Amazon rueda Memento mori, una serie basada en la novela homónima, la primera de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne de César Pérez Gellida. Se trata de un thriller policíaco de caza a un asesino protagonizado por Yon González, Francisco Ortiz y Juan Echanove.
Este rodaje ha revolucionado la ciudad, por lo que se ha querido titular la vida de san Ezequiel Moreno con un paragón de contraste; Memento vivere: recuerda que vivirás, un guiño a la resurrección; recuerda que eres vida, que transformas el mundo; y, sobre todo, recuerda lo que ya has vivido, como en Las confesiones de san Agustín, ese grito de agradecimiento a Dios.
La vida del santo se divide en seis capítulos que recogen su infancia y su preparación para ser fraile; su misión en Filipinas, donde incluso participó en la fundación de una ciudad; cuando fue formador de misioneros en el noviciado; cuando se ofrece voluntario para relanzar la misión en Colombia; su etapa como obispo de Pasto; y, finalmente, su enfrentamiento al cáncer.
Ha sido necesario adaptar el guion con equilibrio entre fidelidad histórica, necesidades narrativas y particularidades de la animación; también se han introducido frases reales históricas evitando en la medida de lo posible que parezcan trasnochadas.
Alumnos y profesores han colaborado en la parte de sonido, ejerciendo de técnico de grabación y voces. El agustino recoleto Fernando Martín, miembro de la Comisión de Comunicación y Publicaciones y de la comunidad recoleta del Colegio San Agustín, ha sido el encargado de la coordinación y de la animación informática.
Entre los desafíos ha estado incluir en la narración visual ambientes completamente alejados de los “escenarios predeterminados” de la aplicación, como un convento en España, las misiones en Filipinas o un palacio episcopal en Colombia.
Ninguno de los participantes en la producción es profesional de la animación, ninguno tenía esta como ocupación preferencial o principal, ni se contaba con un presupuesto específico. Todo esto se ha suplido con imaginación, ilusión y cariño.
El resultado final es agradable para jóvenes y adultos y logra hacer de la vida de san Ezequiel Moreno algo simpático y cercano, pese a que haya pasado tanto tiempo y hayan cambiado tanto las formas y contextos sociales.
Al final de cada capítulo se añaden preguntas y reflexiones para relacionar la vida de Ezequiel con la del espectador, enfrentado a desafíos parecidos aunque en un contexto diferente.