Somos una familia de religiosos con más de 980 miembros en el mundo conocida como la Orden de Agustinos Recoletos, quienes buscamos amar a Dios a través del seguimiento de Cristo casto pobre y obediente, entregándonos al servicio de la humanidad, compartiéndolo todo y procurando la felicidad según el ejemplo de San Agustín.

¿Quiénes son los Agustinos Recoletos?

Agustinos
El nombre nos viene de nuestro inspirador: San Agustín, a quien llamamos cariñosamente “nuestro padre”, gransanto que vivió entre los siglos IV y V y que con sus numerosos escritos y experiencia de vida ha influido toda la historia de la Iglesia. Su ideal fue la entrega y el amor de Dios a través de la vida en comunidad y al servicio de la Iglesia, lo cual lo lleva a fundar monasterios de varones y mujeres y a dictar toda una doctrina sobre la vida religiosa.

Recoletos
Hace referencia a un movimiento espiritual surgido a finales de la edad media que, inspirado por Dios, buscaba más radicalidad, más compromiso, más fidelidad y coherencia de vida en todos aquellos que se habían consagrado a Dios. El término significa recogimiento e indica una actitud especial de conversión hacia Dios en la continua consideración en la historia personal de su amor y en el permanente deseo de seguir a Cristo como centro de la vida.

¿Cual es el Estilo de Vida Religiosa de los Agustinos Recoletos?

Vivimos una experiencia de seguimiento de Jesús muy particular conocida también como “consagración”, es decir la entrega total a Dios de manera exclusiva y radical. Nace de una acción divina: Dios llama a una persona para dedicársela a Si mismo y al mismo tiempo, da la gracia de responder profunda y libremente.

La resultante es una alianza de mutuo amor y fidelidad, de comunión y misión para gloria de Dios, realización de la persona consagrada y salvación del mundo.

Jesús mismo es Aquel a quien el Padre consagró y envió en el más alto de los modos, por eso el religioso o consagrado entrega su vida a Dios como Jesús lo hace: dependiendo del Padre, amándole sobre todas las cosas y entregado por entero a su voluntad. Y aunque estos aspectos de entrega son comunes a todos los cristianos, los consagrados los enfatizan a través de la “profesión” o compromiso total de los llamados “consejos evangélicos” o “votos”: castidad, pobreza y obediencia.

El voto de castidad es el testimonio de la amplitud del amor de Dios a través de la entrega de la capacidad afectiva particular a Dios quien saca a la persona del egoísmo y el simple placer, para llevarla a ser fecunda en la amplitud de un amor que lejos de hacerse exclusivo se muestra como universal e incluyente.

El voto de pobreza es el testimonio de que Cristo es lo único necesario en la vida del ser humano y que el único valor a ser buscado sobre todo es Dios mismo, perla de enorme valor por la cual se renuncia a la lícita posibilidad de adquirir bienes materiales, manifestando con este desapego la riqueza de ser amado de Dios y poder compartir la vida con otros.

El voto de obediencia es el testimonio de que la verdadera y profunda autonomía del hombre radica en la entrega de su voluntad para hacer la del Padre, quien conduce a la persona a la plena libertad y por tanto a la felicidad a través de la participación en el reinado de Cristo que no vino a ser servido sino a servir.

¿Que es el Carisma?

Podríamos decir que el carisma es la personalidad de una comunidad religiosa, aquello que lo hacer ser lo que es, le da identidad y a la vez lo diferencia de otra forma de espiritualidad en la Iglesia. Se trata de un don singular que Dios otorga para que los consagrados y consagradas den testimonio de Cristo enfatizando una realidad concreta de Dios.

¿Y Cual es el Carisma de los Agustinos Recoletos?

Lo podemos enunciar así: Es el amor a Dios sin condición, que une las almas y los corazones en convivencia comunitaria de hermanos, y que se difunde hacia todos los hombres para ganarlos y unirlos en Cristo dentro de su Iglesia. Para entenderlo mejor, podemos decir que el carisma Agustino Recoleto se compone de tres elementos o más agustinianamente de tres amores, a saber: contemplación, comunidad, apostolado (amor casto, amor ordenado y amor difusivo).

Contemplación: “amor casto” La contemplación es la natural atracción que Dios ejerce sobre el ser humano. Dios es irresistible, tanto que no podemos dejar de verlo, escucharlo, sentirlo, admirarlo y amarlo. Nos descubrimos dependientes de Dios, le necesitamos, le buscamos y nos entregamos a él. La espiritualidad agustiniana entiende esta contemplación como vida para Dios, vida con Dios, vida en Dios y vida de Dios mismo.

Comunidad: “amor ordenado” Cuando el ser humano se encuentra con Dios el gozo que produce este encuentro y el amor que ocasiona son tan grandes, que no queda otro camino que compartirlos, por eso la dimensión comunitaria nace de la dimensión contemplativa, porque la persona humana no puede vivir en soledad absoluta y Dios mismo es comunidad trinitaria. La contemplación tiene tal fuerza de unión que hace de los amantes de Dios una sola alma y un solo corazón.

Apostolado: “amor difusivo” El hombre o la mujer agustiniano (a), que por la contemplación se consagra a Dios y comparte su vida en comunidad, se siente también impulsado a comunicar la verdad de Dios. Por eso el agustino recoleto va a donde la Iglesia lo necesite. El objetivo último es llevar a cabo la misión que Cristo coloca a su Iglesia: “Id pues, y haced discípulos a todas las gentes…” (Mt 28,19), que trabajemos para que todos amen a Dios y se amen como hermanos. Por ende la característica más visible en esta dimensión es el servicio, porque como dice el mismo Agustín “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.